La importancia de mantener la rutina en personas con deterioro cognitivo durante Navidad y Año Nuevo.
- La Casa Sol Costa Rica
- hace 4 días
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Las fechas festivas como Navidad y Año Nuevo suelen traer cambios en horarios, ambientes y dinámicas familiares. Aunque estos momentos son especiales, para una persona con deterioro cognitivo pueden convertirse en un periodo de confusión, ansiedad y sobrecarga sensorial. Por eso, mantener la rutina —o la mayor parte de ella— es fundamental para preservar su bienestar.

1. Reduce la ansiedad y la desorientación
Las rutinas dan estructura y previsibilidad, dos elementos que brindan seguridad a quienes viven con deterioro cognitivo.Cuando se alteran bruscamente los horarios de comida, descanso o medicación, la persona puede sentirse perdida o angustiada.
2. Disminuye la sobreestimulación típica de estas fechas
Luces, música fuerte, visitas frecuentes y celebraciones pueden saturar a la persona, provocando irritabilidad o confusión.Una rutina estable actúa como un “ancla” que ayuda a regular esa cantidad de estímulos.
3. Mejora el comportamiento y reduce episodios de agitación
Las alteraciones de rutina se asocian con:
inquietud
cambios de humor
agitación nocturna
resistencia al cuidado
Mantener sus horarios habituales favorece comportamientos más estables y predecibles.
4. Favorece la memoria emocional
Las rutinas activan la memoria procedimental, una de las últimas en perderse.Repetir actividades que les resultan familiares (tomar el café a la misma hora, escuchar la misma música suave, caminar un poco antes de comer) genera calma y bienestar.
5. Facilita el trabajo del cuidador
Cuando la rutina se mantiene, el cuidador puede anticipar necesidades, reducir conflictos y manejar mejor el día a día, incluso en temporadas festivas.
6. Permite disfrutar las festividades sin riesgos
Con una base estable, se pueden incorporar pequeñas adaptaciones navideñas (música suave, luces cálidas, visitas breves) sin que la persona se sienta perdida o sobrecargada.
Recomendaciones prácticas
Mantener horarios de sueño y comidas.
Evitar cambios bruscos de entorno.
Introducir actividades festivas de forma gradual.
Priorizar ambientes tranquilos y con pocos estímulos.
Avisar previamente sobre visitas o actividades.
Optar por celebraciones cortas y sencillas.


